domingo, 12 de febrero de 2017

La Fascinante historia del niño salvaje de Sierra Morena

En la posguerra española, una época en que el hambre y la penuria azotaban el país, Marcos Rodríguez Pantoja también conocido en la  actualidad como el niño salvaje de Sierra Morena, se crió entre lobos en una sierra, aislado del mundo de los humanos.

Marcos cuando fue encontrado
Marcos nació en Añora, un pueblecito de Andalucía, en el 1946, creció durante la posguerra pasando hambre, penalidades, sus padres lo explotaron, nunca le proporcionaron los cuidados que necesita un niño de su edad, puede que la difícil situación económica obligó a su padre a vender a su hijo Marcos cuando tenía solo seis años, a un viejo pastor medio ciego y fue llevado al valle del silencio para que trabajara cuidando ganado junto al anciano pastor de cabras.
El pastor era un hombre de rudos modales y apenas cultura, para comer cazaba un conejo que desollaba y lo partía en dos y daba la mitad a Marcos para que se lo comiese crudo.

Pero el anciano pastor desapareció al poco tiempo y Marcos se quedó solo en plena Sierra Morena.
Marcos que vivía con el pastor en una choza se trasladó a una cueva donde se sentía más protegido.
Los lobos aparecieron y Marcos comenzó a compartir su carne con ellos.

Al poco tiempo, Marcos empezó a  aullar cada vez que cazaba, para que acudieran sus nuevos compañeros, que no tardaron mucho en aceptarlo como uno más de la manada y permaneciendo siempre junto a él, siguiéndole allá donde iba.

Así pasaron unos años hasta que la Guardia Civil ( policía española) le encontró un día con el cabello muy largo y él cubierto de pieles de venado, apenas sabía un puñado de palabras.

Fue trasladado a casa de un cura donde le enseñaron a comer como un humano, entre otras cosas.
Después fue mandado a un convento de Madrid, donde las monjas lo primero que hicieron, fue aplicarle un remedio con dos tablas de madera, para corregir la desviación de columna que tenía después de tanto años caminando encorvado.

Marcos hoy tiene setenta años y una vida tras de sí. Trabaja cerca de Orense donde se cuida de un cortijo, y desde ese lugar se adentra en la sierra para visitar a su familia, los lobos.
Marcos en la actualidad con uno de sus mejores amigos en la vida, el lobo.

Al principio, le resultaba imposible aguantar el ruido de la ciudad, se sentía muy extraño, no comprendía lo que pasaba, en un mundo que no entendía, un mundo lleno de maldad, egoísmo, envidia y de incomprensión hacía los demás.

Pedía que lo llevaran al lugar donde lo encontraron, quería estar con su familia en la sierra. Queda claro que no lo consiguió y comenzó en ese momento su, ya calvario, con la sociedad humana. Durante un tiempo fue exposición para los visitantes, que querían conocer al "salvaje Marcos".

Como siempre, yo quiero dar mi modesta opinión y diré poca cosa y con ello creo decirlo todo. En los años en que se pasaba mucha hambre como Marcos Rodriguez, eran tiempos de posguerra, en los que había mucha falta de todo, como pasaba en muchas otras familias.

En casa eramos siete, incluidos mis padres, en  aquellos mismos años, en los que se pasaba la misma hambruna que padeció la familia de Marcos Rodríguez. Pues yo puedo decir y con orgullo que mis padres no vendieron a ninguno de sus hijos, porqué en mi familia lo que entraba en casa era repartido entre todos a partes iguales.
Yo nunca podré entender la forma de actuar de los padres de Marcos, seguro que más de una vez se decían: "venderemos a un par de hijos, nos quitamos unas bocas de encima". Si es como yo me pienso, los padres de Marcos no tienen perdón de Dios, ni de nadie, es una salvajada llena de desamor.
Si no eres capaz de cuidar de tus hijos mira de no tenerlos, por qué al final son ellos los que lo sufren, su falta de cariño señor Rodríguez, usted cobró lo acordado con el pastor y se olvido de su hijo Marcos, para siempre, y fue él, el que sufrió lo que usted, señor Rodríguez, no se puede imaginar.
Piense, no tiene ninguna disculpa y menos refugiarse en que eran tiempos de posguerra.
Yo le diría que padres como usted, señor Rodríguez, mejor que no existan, el ser humano y la sociedad no lo necesitan para nada.

Yo les  espero en la próxima estación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario